La Santísima Virgen de las Mercedes es una escultura anónima cuya fecha de ejecución ha sido, y continúa siendo, motivo de estudio. La imagen que podemos contemplar en la actualidad responde a una remodelación acaecida en el siglo XVIII; tan solo las manos de la Virgen, manos de “tenedor” propias de la estatuaria gótica, nos remiten a su perdida estética medieval.

No fue hasta la intervención que sufrió la Virgen en julio de 1985 por parte de Francisco Peláez del Espino cuando se descubre la existencia de una imagen en el interior. Esta imagen primitiva ha sido objeto de debate por parte de numerosos entendidos en la materia, los cuales han ido enarbolando hipótesis sobre su posible origen.

Dada la existencia de una leyenda que sitúa la llegada de la Virgen a Mairena en tiempos de la Reconquista (algo que se aborda en el apartado de la historia de la Hermandad), las primeras hipótesis sobre la hechura de la talla sugieren su realización en ese marco temporal. El propio Peláez del Espino nos remite en su informe de la restauración que esa imagen posee el pelo policromado en oro y que también tiene restos de policromía en cintura y pecho, indicándonos que había sido una talla completa. En las fotografías del proceso de restauración y de las radiografías practicadas a la Virgen, se pueden apreciar los detalles anteriormente citados. Por todo esto, Peláez del Espino propone como posible fecha de ejecución el siglo XIV.

La restauración llevada a cabo por Pedro Manzano (noviembre 2017 – marzo 2018) ha arrojado un poco más de luz sobre el origen de la Virgen. Gracias al análisis químico de la policromía se descubrió que la imagen tuvo otras intervenciones de las que no se tenía constancia, una en el siglo XVII y otra en el XIX. Basándose en diferentes pruebas, Pedro Manzano afirma que la Virgen de las Mercedes pudo tener su origen en el siglo XV, aunque fue profundamente reformada en el siglo XVIII.

Esa remodelación dieciochesca respondió a la necesidad de adecuar la imagen para que pudiese ser vestida, por ello, se retalló el cuerpo para otorgarle un busto de formas femeninas y se le realizó una nueva mascarilla. De esta forma, la talla se adaptó al gusto del momento pasando a ser una imagen de candelero de cuerpo erguido, en actitud contemplativa, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha y la mirada frontal.

El nuevo rostro es de forma ovalada, frente amplia y despejada, finas cejas arqueadas, ojos almendrados de cristal tamizados por pestañas postizas, nariz recta, boca cerrada con labios finos que dibujan una dulce sonrisa e insinuación de un hoyuelo en la barbilla. El óvalo del rostro se enmarca por una abundante cabellera que cae en expresivas ondas dejando al descubierto parte de las orejas. La encarnadura es de una exquisita palidez que adquiere tonos sonrosados en mejillas y labios.

Estos rasgos acentúan el carácter infantil y aniñado de la imagen, de bastante calado en el barroco sevillano, y nos habla de una muchacha joven que se correspondería con la edad de María en el momento de la Anunciación.

La imagen responde a la iconografía de la Virgen Hodegetria y porta en su mano izquierda la imagen del Niño Jesús, escultura de bulto realizada en madera y telas encoladas que acompaña a nuestra Madre desde la remodelación del siglo XVIII, dado que se corresponde perfectamente a los cánones estéticos de ese periodo.

A pesar de no poseer respaldo documental, se ha atribuido a Cristóbal Ramos la realización de la nueva mascarilla, así como la talla del Niño.

Aunque las investigaciones sobre el posible origen y autoría de la venerada efigie mairenera no se hayan finalizado, los datos obtenidos hasta el momento que hemos expuesto anteriormente, amparan la afirmación de que la Virgen de las Mercedes es la imagen más antigua de nuestro pueblo y alrededores.

María Santísima de las Mercedes aparece ornada por todo un conjunto de símbolos que remiten a la Madre del Redentor. La Virgen porta el cetro en su mano derecha y sobre sus sienes descansa siempre una presea, haciendo referencia a la Realeza de María. La ráfaga que la circunda pretende imitar los rayos del sol, lo que unido a la media luna que reposa a sus pies nos remite a la visión del evangelista San Juan que nos narra en el Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.” 

Haciendo honor a su hermoso nombre, la Virgen va ataviada siempre con el hábito de la Orden Mercedaria y en sus preciosas manos lleva también el escapulario para entregarlo como la prenda más regalada de su cariño de Madre. Esta iconografía queda completada con los grilletes que porta la Virgen, símbolo de redención. Cabe destacar que, a pesar de la proximidad con la capital hispalense y de las modas en cuanto a la forma de vestir las imágenes se refiere, la Virgen de las Mercedes ha sabido siempre mantener su peculiar e inconfundible estilo.

La imagen de la Virgen se venera en su camarín del Altar Mayor de la Parroquia de San Ildefonso de Mairena del Aljarafe. Este hecho viene sucediendo, al menos, desde 1648 como queda reflejado en el testamento de Antonio Vela Asían donde se puede leer: “se me digan otras doce misas rezadas en el altar de nuestra señora de las Mercedes cita en el Altar Mayor de ella (parroquia) y se paguen las limosas.”

Dichosos y afortunados nos sentimos los mercedarios de Mairena por poseer el orgullo y la honra de ser los encargados de cuidar y legar la bendita imagen de la Santísima Virgen de las Mercedes, como reflejo del amor que profesamos por María, Madre de Dios y Madre nuestra.