Madre de Misericordia y Redentora de Cautivos

Historia de la Hermandad

Ntra. Sra. de las MercedesLos primeros testimonios de la devoción mercedaria en Mairena del Aljarafe se remontan a la época de la Reconquista. Tras la toma de la ciudad de Sevilla por parte de las tropas cristianas comandadas por Fernando III de Castilla y León, se produjo uno de los fenómenos que más han llamado la atención a lo largo de la historia, el “repartimiento”. Este término hace alusión a la donación de tierras por parte del Santo Monarca a aquellos grupos, militares y religiosos, que le prestaron ayuda en la contienda bélica.

Los mercedarios participaron activamente en la Reconquista de Sevilla y por ello fueron recompensados. Algunas fuentes nos hablan incluso de la presencia del propio Nolasco en esos momentos, hecho poco probable como han demostrado recientes investigaciones. Las fuentes nos dicen que fue Fray Guillermo de Bas, sucesor de Nolasco, quien fundó en Sevilla el primer convento mercedario en torno al 1249. Desde ese lugar, los frailes se expandieron por toda la provincia en busca de limosna con la que sufragar los gastos de las redenciones de cautivos y, para esa labor, fueron fundando cofradías o “redenciones”. Estas instituciones tenían una doble finalidad: por un lado, la recaudación de limosna; y por otro, la propagación de la devoción a María de la Merced, patrona de la Orden.

Llegados a este punto, es preciso recalcar que precisamente por la dependencia que estas cofradías o “redenciones” tenían con la Casa Grande de los mercedarios en Sevilla, nuestra corporación encuentra tantos problemas a la hora de indagar sobre el pasado. Tras los procesos desamortizadores, la mayor parte de la documentación que albergaban los conventos, así como sus bienes materiales, fueron diseminados por todo el territorio nacional.

La presencia mercedaria en el Aljarafe sevillano se prueba en los estudios de fray Guillermo Vázquez recogidos en la obra Breve reseña de los Conventos de la Orden de la Merced de 1939. Tras la conquista de la ciudad, el Rey Santo entregó a los mercedarios una renta fija y perpetua, así como terrenos para su explotación agrícola. En la obra anteriormente citada no aparece la fecha exacta de esa donación, sin embargo, si aparece reflejado documentalmente que en 1253 Alfonso X amplió dicha dotación.

Este dato es de suma importancia porque corrobora, sin dejar lugar a dudas, que los mercedarios estaban ya presentes en nuestras tierras, al menos, desde mediados del siglo XIII; aunque como hemos expuesto en el párrafo previo, San Fernando donó los terrenos con anterioridad. Desde ese momento y hasta mediados del siglo XVIII, la presencia de los mercedarios en Mairena del Aljarafe será una constante.

Por ello, no es ni descabellada ni pretenciosa la afirmación de que la devoción a la Santísima Virgen María, bajo la advocación de la Merced, presente en nuestro pueblo desde el siglo XIII, es la más antigua de nuestra villa.

Aunque el nombre de Mairena no aparezca reflejado explícitamente en los documentos, si encontramos el de Palomares, cabeza de la mitación a la que pertenecía nuestro pueblo y Almensilla. Por tanto, cuando en los documentos aparece la denominación del municipio vecino, también está haciendo referencia a lo que en la actualidad pertenece al término municipal de Mairena del Aljarafe.

Esto queda reflejado en un documento de 1385, un mandamiento de Sevilla a Pedro Jiménez para que de los maravedíes que recaudaba Sevilla en la mitación de Palomares, Mairena del Aljarafe y demás lugares, para pagar a los hombres que fueron a Mértola. Ahí aparece de forma clara la pertenencia de nuestro pueblo a la citada mitación, hecho que se prolongará en el tiempo hasta 1639.

En 1435 se realizó un padrón de cuantías de la mitación de Palomares donde aparece un tal Martin Pellón, “baçinador” o recogedor de gavillas de mieses del Convento sevillano de la Merced. Es decir, nos está confirmando lo que venía sucediendo desde dos siglos atrás: los mercedarios poseían tierras de explotación agrícola en nuestra zona.

Y precisamente la posesión de esos terrenos, es lo que hace que la devoción a la Virgen de la Merced llegue a nuestro pueblo. La tradición piadosa popular vincula la llegada de la Virgen al pueblo con San Fernando y, de hecho, la entrega de tierras por parte del Santo Rey fue decisiva para que los mercedarios se instalasen en Mairena. Así pues, aunque el citado monarca castellano no participase de forma directa trayendo consigo la imagen de la Virgen, a él debemos la llegada a nuestro pueblo de la devoción mercedaria que posibilitó la entronización de nuestra Madre en la Parroquia de San Ildefonso.

Esta especie de leyenda ha perdurado desde tiempo inmemorial grabada a fuego en los corazones maireneros, pero no fue hasta 1985 tras la restauración de la Virgen, cuando esa supuesta leyenda adquirió tintes de realidad. Fue en esa intervención cuando se descubrió la talla gótica original que se conserva en el interior de la imagen que podemos contemplar en la actualidad. La existencia de esa talla, cuya datación y autoría se aborda en el apartado sobre nuestra titular, venía a confirmar lo que el pueblo de Mairena llevaba siglos pregonando: la Virgen de las Mercedes llegó tras la Reconquista.

Evidentemente, esto tiene un respaldo documental. En la obra de Rodríguez Becerra, Las advocaciones marianas en Andalucía de 2012, se afirma que cada vez que una orden religiosa llega a un territorio para asentarse siempre cuentan con una talla de la Virgen que, en la mayoría de los casos, se corresponde con la patrona de dicha orden.

En la sección sobre la historia de la talla de la Virgen de las Mercedes, podemos leer que tras la restauración llevaba a cabo por Pedro Manzano entre 2017 y 2018, y tras analizar los resultados de las pruebas químicas practicadas a la imagen, se esgrime la posibilidad que la talla pudiese haber sido realizada en el siglo XV. La premisa es perfectamente válida, de hecho, hemos podido comprobar por un padrón de cuantías que en esa fecha los mercedarios ya poseían tierras en Mairena, por lo que es acertado pensar que ya contasen con una imagen de la Virgen a la que rendir culto y recoger limosna para la liberación de los cautivos cristianos.

Y es que no podemos olvidar que ese era el fin primordial de esas cofradías o “redenciones” que los mercedarios fueron fundando. Pero por la misma estructura de estas organizaciones, es muy difícil reunir los documentos que de una forma completa nos permitan conocer toda su historia.

Al carecer de sede propia, sus reuniones se hacían en el propio templo y los cargos directivos eran elegidos para periodos de tiempo corto, lo que daba lugar a un gran movimiento de papeles y documentos que cambiaban de manos continuamente, perdiéndose muchos y quedándose otros en poder de las personas que finalizaban sus mandatos.

Por ello, el archivo de esta Hermandad tiene grandes lagunas, que se van salvando muy lentamente al ir apareciendo algunos documentos en poder de particulares, a veces unidos a antiguas escrituras de propiedades de estos particulares, descendientes de cargos de la Junta, con lo que se demuestra el valor que ellos le daban.

Sin embargo, gracias a los documentos que los investigadores de nuestra corporación han ido encontrando a lo largo de los años, podemos realizar un seguimiento de esa primitiva “redención”, germen de lo que hoy en día constituye nuestra Hermandad Sacramental. A través un testamento del año 1657 sabemos que esa institución primigenia ya estaba completamente asentada en nuestra Parroquia de San Ildefonso, debido a que el testador deja “unas mandas a la Cofradía del Santísimo, a la de Ánimas y a la Redención de Cautivos.

 Es decir, a mediados del siglo XVII la devoción a la Santísima Virgen de las Mercedes estaba más que cimentada gracias a esa cofradía que le rendía culto y que era destinataria de numerosas limosnas. Este dinero se seguía enviando a la Casa Grande de los mercedarios de Sevilla para que se emplease en la liberación de los presos.

 Tenemos en nuestro poder testamentos donde se pide que se ofrezcan misas ante el altar de la Virgen por el alma del difunto de los años 1646, 1648, 1660, 1665 o 1712 por citar algunos. Estos escritos, en los que queda reflejado el amor y el cariño que los maireneros profesaban por su Virgen de las Mercedes, se ven complementados por otros documentos en los que se aprecia de forma clara que esa “redención” poseía una organización similar a las cofradías de la zona, al menos desde finales del seiscientos. Como tal, se organizaban cultos en torno a la Virgen; por ello, a esta Hermandad Sacramental le fue confirmado su Decreto de Erección Canónica en el siglo XVII, el día 3 de octubre de 1995 por parte del Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla fray Carlos Amigo Vallejo.  

Tant 5an solo un año después, en 1713, se deja mandado que se entreguen unas limosnas “aplicadas a los cautivos”, lo que nos está diciendo que esa corporación que se encargaba de rendir culto a la Virgen aun recogía dinero para la redención y, por tanto, seguía bajo las directrices de los mercedarios. El seis de febrero de 1716, Fray Diego del Río “Presbitero de la Orden de Ntra. Sra. De la Merced”, hermano del fallecido cura de Palomares da cuentas de la obra de la Iglesia del Almensilla que seguía perteneciendo a Palomares.

Esa situación se prolonga, al menos, hasta 1763 cuando un documento firmado por D. Luis de Vicente de Verasategui, “Contador Principal del estado de Andalucía y de las Rentas reales del reinado de Sevilla”, confirma la posesión por parte de la Orden de la Merced de varias aranzadas de olivar y viña en el término municipal de Mairena del Aljarafe. Este es el último dato que poseemos de la presencia de la Orden en nuestro pueblo, una realidad que comenzó en el siglo XIII y que pervivió de forma ininterrumpida durante cinco siglos.

Este hecho es exclusivo de Mairena, ya que en ninguna otra población de nuestro entorno se ha producido el fenómeno de la presencia de los mercedarios por un tiempo tan prolongado. Algo que, por otra parte, convierte a la devoción por Santa María de las Mercedes en algo intrínseco del mairenero.

En oposición a los siglos anteriores, la centuria decimonónica estuvo marcada por los acontecimientos que tanto influyeron en la Iglesia y que hizo patente una decadencia cada vez mayor. Durante el XIX, la actividad quedó tan reducida que la Hermandad tan solo celebraba la novena de la Virgen en septiembre y la procesión en el Corpus.

Esta situación no gustó mucho a las mujeres, pero difícilmente podían remediarlo en una asociación en la que no tenían ni voz ni voto y, en consecuencia, tampoco podían ocupar puestos directivos. Fue después de varias reuniones cuando optaron por la mejor solución que se les podía ocurrir: agruparse ellas en una Hermandad formada y dirigida exclusivamente por mujeres. Así pues, llegamos al año 1872 cuando un grupo de mercedarias disgustadas por la situación, lograron fundar la “Congregación de Hermanas” con la ayuda del párroco D. Manuel Ruiz y con sus reglas aprobadas por el notario del Arzobispado de Sevilla, D. Matías Vela el 1 de enero del mismo año.

En consecuencia, asistimos a la coexistencia de dos “hermandades” paralelas: la de hombres, cuyas reglas más antiguas conservadas datan de 1871, y la de mujeres; esta última perduró hasta 1930 cuando las estrictas normas arzobispales negaron la vida a la congregación femenina. A pesar de que el fin de ambas cofradías era el mismo, “ofrecer Culto a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, Redentora de Cautivos, cuya Imagen se venera en el Altar Mayor de esta Iglesia de Mayrena”; existieron diferencias notables.

ant 6Los fines propios de esta Cofradía de mujeres eran “que todos los años se celebre la festividad de Nuestra Señora con toda la solemnidad posible, en su mismo día, con la condición de que todas las hermanas han de confesar y comulgar en este día, si es que no tienen ningún impedimento y lo mismo verificarán todas las festividades de la Virgen. También queremos que todos los años se digan las misas de Aguinaldo (Jornaditas)” (Cap. 8º). Serían regidas por “una hermana mayordoma, dos alcaldesas, una fiscala, una muñidora, una secretaria y seis diputadas” (Cap. 1º), que eran elegidas por el Cabildo de elecciones que se celebraba cada año, normalmente por el mes de julio.

Conocemos infinidad de datos sobre la Congregación de Mujeres gracias a que se conserva el Libro de Reglas, así como las actas de los cabildos.

Para poder cumplir sus fines fijaron las cuotas y limosnas que debían abonar: “Al tiempo de inscribirse, avonará la cantidad de dos reales, además tiene obligación de contribuir cada hermana o hermano con la limosna de un cuarto semanal, y el día de Nuestra Señora de las Mercedes, contribuirán con la limosna de cuatro reales, cuya cantidad se considerará como luminaria o Candela, impuesta anualmente a cada hermana o hermano, para el coste del Culto de Ntra. Sra. de las Mercedes”  (Cap. 5º). Para cobrar el cuarto semanal encargaban a dos hermanas “una de nuestras hermanas de mesa y otra que no lo sea”, por espacio de un mes, y “por orden de numeración”. Imponían dos reales de multa a las hermanas que no asistían a los Cabildos “tanto sean ordinarios como extraordinarios”.

 Celebraban un cabildo extraordinario “el domingo anterior a la celebración de las misas de aguinaldo, para disponer si hay fondos para los gastos de las jornaditas, que para culto de Nuestra Señora se acostumbra a realizar en esta Iglesia” (Cap. 7º). Estas jornaditas se siguen celebrando los nueve días anteriores a Nochebuena.

En el último capítulo se obligaba a respetar las tradiciones propias de la Hermandad, y a cumplir y hacer cumplir estas Reglas: “en honra y gloria de Dios Nuestro Señor y para culto de nuestra soberana Madre María Santísima, con el atributo de las Mercedes a quien nos obligamos venerar perpetuamente y defender hasta perder la vida, si fuera posible, su Inmaculada Concepción” (Cap. 10º). En estos primeros años las cofrades eran treinta y cuatro, todas mujeres, cuyo número se fue incrementando poco a poco hasta alcanzar la cifra máxima de setenta y seis en todo el periodo. Después de algunos años ingresaron algunos hombres, pero en número muy reducido, solamente siete en todo este tiempo; claro que ellos seguían también manteniendo su propia congregación.

Y así fue como la Hermandad conoció uno de los mejores momentos de su historia conviviendo dos juntas, una de hombres casi nominal, y otra pujante, activa y emprendedora de mujeres. Éstas, aparte de recaudar sus cuotas y mantener el culto, se preocuparon por incrementar el patrimonio de la Hermandad, para ello pedían por el pueblo “con el permiso de las autoridades, tanto civil como eclesiástica” (Cap. 8º), criaban animales de matanza y sembraban trigo y cebada.

En 1.883 encargaron nueva corona de plata para la Imagen de la Virgen, para ello vendieron la antigua en “doce duros y dos reales”, y el resto hasta los cuarenta duros que costó la nueva, lo recogieron de limosna. Esta magnífica presea es la que suele lucir la Virgen en su camarín.

En 1.887 se hicieron con una “media luna” que costó ciento cuarenta reales. En ese mismo año, compraron los candelabros y guardabrisas que se han venido utilizando en el paso de septiembre hasta 1.990: “los candelabros se compraron con lo que balió un cochino que se engordó y lo que faltó se recogió entre las hermanas y debotos. El cochino balió trescientos sesenta y la media luna se compró con un Carnero que regaló Antonio María Río y se rifó, se recogió doscientos sesenta reales lo que sobró se dejó para la Función”.

Podríamos pensar que esta situación generaba problemas de dualismo, pero en la práctica no fue así. Si las Juntas de hombres, que generalmente duraban varios años, eran aprobadas por el Arzobispado; las de mujeres estaban refrendadas y aprobadas por el Párroco, que asistía al Cabildo de Elecciones y firmaba el acta correspondiente como ordenaban sus reglas.

El 16 de julio de 1888, en plena situación de dualidad, se produjo uno de los acontecimientos más importantes de nuestra Hermandad: la solicitud a la Santa Sede del título de Patrona para la Santísima Virgen de las Mercedes.

Fue la Junta compuesta por hombres quienes, con el apoyo del párroco, elevó la petición al Papa para que “la Imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, que se venera en esta Iglesia desde la Reconquista en su Altar Mayor” fuese ratificada como Patrona de Mairena ya que así se había considerado “por todos los vecinos del mismo (pueblo) desde aquellos remotos tiempos hasta la fecha.” El documento fue firmado tanto por el párroco, como por todos los hombres que componían la Junta de Gobierno, estando al frente de la misma D. José Ríos y siendo Mayordomo D. Fernando Gaviño.

Tanto solo dos años antes, Doña Mercedes Salado acudía a los Tribunales Eclesiásticos como Mayordoma de la Hermandad en defensa de los intereses de la misma, mostrando así que la convivencia oficial de ambas congregaciones nunca fue una dificultad.

La Junta de Gobierno masculina se componía de un Mayordomo, un fiscal, un secretario y varios vocales. Por su parte, la femenina estaba integrada por una Mayordoma, dos alcaldesas, una fiscal, una muñidora, una secretaria y seis diputadas.

Ya en el siglo XX, ambas cofradías se unen formando una misma Hermandad y con posterioridad, hombres y mujeres compartirán, afortunadamente, los mismos derechos y obligaciones como hermanos de pleno derecho. Tras esta reorganización, llevada a cabo entorno a 1945, nuestra Hermandad experimenta un notable crecimiento reflejado en la construcción de la primera casa hermandad y en el enriquecimiento del patrimonio y ajuar de la Virgen de las Mercedes, suceso que plantearemos en otro apartado.

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Muestra también de esta pujanza es el hecho que se produce en 1977 al fusionarse nuestra Hermandad con la Sacramental. Nuestra corporación venía ya desde antiguo organizando y participando activamente en cuanto a los cultos del Santísimo se refería. De manera muy particular, en las Fiestas del Corpus donde, además de coordinar los cultos, lo hacía también con la procesión su Divina Majestad y de la Santísima Virgen de las Mercedes.

Siguiendo secular costumbre, la Virgen de las Mercedes había procesionado siempre en dicha solemnidad, a excepción del periodo comprendido entre 1923 y 1970. Fue precisamente en la década de los setenta del siglo pasado cuando se recuperó esa tradicional estampa, la cual fue posible gracias a la cesión de las andas procesionales de la Santísima Virgen del Rocío de la Hermandad de Sevilla (El Salvador). La imagen causó tal impacto que la Junta de Gobierno, encabezada por D. Manuel Bejarano, encargó una réplica del paso que fue realizada en los años posteriores por Manuel de los Ríos.

Actualmente, ese palio o baldaquino de plata es sobre el que la Virgen de las Mercedes sale al encuentro de sus hijos de Mairena en la tarde del Corpus.

Ntra. Sra. de las MercedesEn 1986 se produjo otro hecho decisivo: la incorporación de nuestra Hermandad Sacramental a la Orden de la Merced. Era de justicia que dado el fundamental e innegable papel que jugó la Orden para el asentamiento y consolidación de la devoción mercedaria en nuestro pueblo, quedase reflejado de esta forma. Desde ese momento, las relaciones entre los mercedarios y nuestra corporación se volvieron más intensas llegando incluso a venir, en numerosas ocasiones, distintos frailes a predicar en la novena de la Virgen en septiembre. Esta incorporación se llevó a cabo “a fin de que participen de los bienes espirituales concedidos por la bondad de Dios y de la Santa Sede a nuestra Orden”.

El mismo año, el Ayuntamiento de Barcelona, obsequia a la Hermandad con una réplica en tamaño reducido de la Virgen de la Merced, en reconocimiento del arraigo y de la devoción que Mairena le profesa a la Virgen bajo el mismo titulo que el de la Patrona de la Ciudad Condal.

En septiembre del Año Mariano de 1987, se bendijo el retablo cerámico dedicado a la Santísima Virgen de las Mercedes colocado en la fachada principal del Templo Parroquial; siendo el primer retablo de esta índole que se colocaba en dicha fachada. El retablo fue donado y realizado por D. Paco Franco, artista local y hermano de esta corporación.

El 4 de diciembre de 1990, fue nombrado a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de España como Hermano Mayor Honorario de la Hermandad Sacramental y Cofradía de Nuestra Señora de las Mercedes; otorgándole así́ el título de Real Hermandad.

El 12 de diciembre de 1993, el Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla, bendijo la nueva Casa-Hermandad situada en la popular calle La Calleja.

El siglo XXI es sin duda el momento de mayor esplendor. Este periodo de florecimiento comenzó en 2002 cuando el Pleno de la Corporación Municipal consideró otorgar a nuestra titular la Medalla de Oro de la Villa de Mairena, siendo Hermano Mayor D. Manuel Colchero. Esta concesión vendría fundamentada en la vinculación que desde el siglo XVII tiene la Hermandad con la Historia del municipio y la permanente cercanía con sus ciudadanos y ciudadanas. La Medalla le fue impuesta a la Virgen de las Mercedes el 24 de septiembre de 2002 por parte del entonces Alcalde de la localidad, D. Antonio Martínez Flores.

En estos momentos, se experimenta un momento de crecimiento tanto a niveles de devoción como en lo que a vida de hermandad se refiere.

Sin embargo, la historia reciente de nuestra corporación quedará marcada por el que ha sido, hasta el momento, el acontecimiento más importante de los últimos años: la concesión de un Año Jubilar a nuestra Hermandad, y por extensión a la Parroquia de San Ildefonso, con motivo del Octavo Centenario fundacional de la Orden de la Merced.

Se constituyó una Comisión que, junto a la Junta de Gobierno presidida por D. Antonio Acebedo, elaboró un programa de actos y cultos dirigidos a la conmemoración de dicha efeméride. El trabajo dio sus frutos y el Santo Padre tuvo a bien, dada la incuestionable relación de la Orden con nuestra Hermandad, conceder ese Año de Gracia que tantos frutos espirituales ha reportado a todos los feligreses de nuestra Parroquia.

Toda la documentación, en cuanto a fuentes primarias se refiere, que se ha empleado en la realización de esta aproximación al devenir histórico de la Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nuestra Señora de las Mercedes de Mairena del Aljarafe puede consultarse en los fondos del Archivo Arzobispal, la Institución Colombina, el Archivo Histórico Provincial, el Archivo Parroquial de San Ildefonso y el Archivo de la Hermandad. Para los temas genéricos han sido fundamentales las búsquedas en bases de datos de reconocido rigor científico, así como bibliotecas especializadas.

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